Sergio González se formó como diseñador gráfico en el Pratt Institute de Nueva York, el mismo centro en el que estudió Paul Rand y la ciudad en la que creció Saul Bass uno de sus grandes referentes junto con otros como Drew Struzan –diseñador de los carteles deIndiana Jones, Regreso al futuro, Rambo y Star Wars, entre otros–, Bill Gold, Ignition Print o el argentino afincado en España Juan Gatti. En 2003 Sergio fundó Barfutura, estudio creativo que toca diferentes aspectos del diseño como la identidad corporativa, animación o diseño interactivo, pero cuyo punto fuerte es la gráfica para películas. Hoy nos habla de este apartado del diseño y de las múltiples peculiaridades que conlleva. Fotografía: Alex Zapico.
Yo incluiría ambas denominaciones. Trabajamos la gráfica de las películas, lo que comprende también sus materiales para comunicación y promoción. Mucha gente suele pensar que nos dedicamos exclusivamente a diseñar carteles, pero esto es sólo la punta del iceberg de nuestro trabajo. Indiscutiblemente, el cartel es la imagen principal, pero de ahí se generan infinidad de piezas que componen una campaña integral de comunicación como pueden ser dossiers de prensa, displays, página web, campañas de publicidad online, anuncios, promociones, títulos de crédito, etc. De la creatividad solo, no se come; la producción es lo que realmente nos mantiene.
Entonces, ¿Barfutura también participa en los títulos de crédito? Sí, a veces tenemos la oportunidad de trabajar también los títulos de crédito. Los crímenes de Oxford y El penalti más largo del mundo son un par de ejemplos.
En este tipo de trabajo, ¿es necesario tener alguna habilidad o conocimiento especial respecto a otros campos de la comunicación visual? Sin duda. El diseño gráfico para la industria del cine tiene unos códigos y patrones propios que son esenciales manejar. Hay que tener en cuenta que una película es, al fin y al cabo, un producto de masas. No sólo debemos conocer el lado artístico sino también el comercial. Dividiría este oficio en dos grandes grupos, asociados a los dos mercados existentes: el estadounidense, llamado cine de Hollywood o comercial; y un segundo grupo –que equivale al resto del planeta— conocido como cine independiente.
Los carteles de películas norteamericanas tienen un estilo definido, son más elaborados, con muchos efectos de PhotoShop, cuidando al milímetro cada detalle, con la finalidad de otorgar la sensación de superproducción. Por su parte, el cine europeo, por ejemplo, se caracteriza por una gráfica más personal, de autor, pero no por ello peor.
¿Qué elementos son básicos o no pueden faltar en el cartel de cine? Un cartel de cine se compone básicamente de dos elementos: una imagen y una tipografía; y es justamente esta aparente sencillez la que hace que el diseño sea más complejo pues debemos resumir 150.000 fotogramas en uno sólo. La correcta selección e implementación de estos dos ingredientes es la que nos permitirá comunicar el género de la película y alcanzar la fuerza visual que buscamos, que apele al espectador/consumidor. Un cartel debería de ser siempre atractivo, que no te dejara indiferente. Tampoco puede faltar el ‘credit block’, ese bloque de texto que suele aparecer en la zona inferior bajo el título, listando a todo el equipo. No se puede entender un cartel de cine sin este elemento.
¿Cuánto tiempo hace que lleváis en esto? Llevamos 10 años en el mercado y hemos realizado ya más de 100 títulos nacionales e internacionales. ¡Y lo que nos queda!
Al igual que pasa con los discos de música, vuestro trabajo es la cara de una película. Para nosotros es todo un honor, y un reto, ponerle rostro a proyectos de tal envergadura en los que se dejan la piel cientos de profesionales. Como diseñadores, nuestra labor es muy agradecida, son trabajos que se ven en la calle, en los medios, y que la gente conoce.
¿Cómo funciona vuestro proceso de trabajo? ¿Es habitual participar desde el principio en la creación y producción de la película? El proceso de trabajo es diferente, dependiendo del cliente. A veces nos pasan una simple sinopsis con material escaso y otras veces visionamos la película –puede que sin estar acabada totalmente– con un briefing y buen material fotográfico. Pero, sin duda, nuestra forma preferida de trabajar, y que siempre intentamos exponer al cliente, es comenzar desde el guión, antes incluso del rodaje. No es un capricho, sino la manera de obtener el mejor material y que este se traduzca en una gráfica más potente. De este modo, tenemos la opción de programar durante el rodaje sesiones de fotos con ideas ya definidas y con unos actores caracterizados y muy metidos en el papel. Esta opción tiene un coste económico añadido, pero al final vale la pena, el resultado es más profesional y de mayor calidad.
En ocasiones vemos promociones de películas que son muy flojas, algo que al cine estadounidense no le pasa. En EE.UU., este tipo de trabajo es algo muy reconocido y recompensado. ¿Qué hace falta para que el sector sepa que esto es tan o más importante que la propia película? Estamos en una lucha continua para que se reconozca más nuestro trabajo. Hay veces en las que, una vez acabada, se percatan de que hay que hacer el cartel… Pero no se puede olvidar que el cartel es, junto al trailer, el vehículo por el cual el espectador potencial conoce una película y por el cual decide ir a verla o no. Es un elemento fundamental que debe de tenerse muy en cuenta y cuidar con mimo. El cartel de una película es como el envoltorio de un caramelo: si es atractivo se come, de lo contrario, pasa desapercibido.
En Estados Unidos sucede todo lo contrario, cuidan los materiales y su comunicación incluso más que el propio producto. Tienen una fuerte concepción del cine como industria económica/cultural y juegan con la ventaja de que su mercado no tiene fronteras, por lo que manejan otro nivel de presupuestos. Sin embargo, en España esto está cambiando. Por ejemplo, el año pasado se hicieron películas con proyección internacional como Lo Imposibleo Tadeo Jones (en ambos proyectos estuvimos involucrados) con una gráfica muy cuidada y una promoción brutal que han sido grandes éxitos internacionales.
¿Una mala peli con una buena promo vende y una buena peli con una mala campaña fracasa? Por desgracia esto sucede a menudo en España, hay películas maravillosas que han sido un absoluto fracaso a causa de la escasa promoción. Por lo contrario, cualquier película de Estados Unidos, ya sea buena o mala, acaba haciendo taquilla. Una de las claves de estos éxitos de afluencia es, sin duda, la buena promoción y gráfica sólida. No tiene sentido gastarse millones de euros en un producto y no tener presupuesto para su comunicación. Espero que el cliente en España se dé cuenta y valore cada vez más nuestra labor, no sólo por el bien del oficio, sino por la evidente, en este caso, repercusión en taquilla.
El sector cinematográfico está muy tocado, tanto por la crisis como por la subida del IVA o la piratería. ¿Ha afectado esto también a la manera de enfocar vuestro trabajo en Barfutura? ¿Han desaparecido los presupuestos? ¿Ha empezado el regateo o ya es ‘yo me lo guiso…’? Los recortes, la brutal subida del IVA en cultura y la piratería han hecho que haya menos producciones y, forzosamente, nos afecta a todos los que vivimos directa o indirectamente de este sector. Algunos de nuestros clientes se han visto obligados a cerrar, otros siguen ahí pero ajustando al máximo los presupuestos. Ahora hay más concursos no remunerados que nunca e incluso a veces competimos con profesionales freelance, algo para nosotros inviable. Ante esta situación hemos decidido, entre otras cosas, buscar nuevos proyectos en el mercado internacional como por ejemplo el francés, uno de los más grandes de Europa y del mundo. También este año cumplimos 10 años y es momento de cambios, de nuevas metas. Tenemos en mente varios proyectos paralelos que nos ilusionan mucho y esperamos poder llevar a cabo cuanto antes.
¿Tiene tan buen rollo los directores de cine como parece? ¿O todo lo saben y todo lo hacen mejor que nadie? Puede que los directores despierten más simpatía por pertenecer al lado ‘artista’ de la industria cinematográfica, y los productores sean ‘los malos’ por preocuparse de lo económico. Sin embargo, ambos lados son complementarios e igual de importantes.
Simplificando, la función del director es dar constantemente órdenes, pero no por ello lo saben todo. Aquellos con más renombre sí tienen mayor libertad de movimientos y llegan a participar más en el proceso creativo; de lo contrario suele ser tarea exclusiva de productores y/o distribuidores.
¿Alguna vez un director o actor se ha puesto en contacto con vosotros para hacer algún cambio? Los actores no opinan ni dan cambios. O por lo menos con nosotros nunca ha pasado. El director en general tampoco suele dar su opinión salvo que sea uno importante. Por ejemplo, Álex de la Iglesia suele pasarse mucho por el estudio. Su opinión nos encanta porque coincide siempre con la nuestra. Somos fans de su cine y sabemos lo que quiere transmitir.
¿Y para daros la enhorabuena por vuestro trabajo? Eso sí, los directores sí nos han llamado alguna vez para darnos la enhorabuena. Se agradece. Por ejemplo, con la última película que estamos trabajando, Las Brujas de Zugarramurdi, Álex me llamó y me dio la enhorabuena, me dijo que cada día somos mejores. ¡Todo un honor y un subidón escuchar estas palabras del gran Alex!
¿Los antiguos dossiers de prensa ya han pasado a mejor vida? ¿Ahora todo se centraliza en una web de la película? ¿También participáis en el diseño, programación y gestión de las webs promocionales? El papel impreso por desgracia está desapareciendo al igual que en otros sectores. Antes elaborábamos un dossier de prensa para cada película y ahora son piezas de lujo que sólo se producen para proyectos muy selectos. Barfutura desarrolla también todos los materiales digitales, desde el diseño hasta su producción. La página web sigue siendo un elemento de promoción importante pero lo que cada vez genera más impacto y permite la interacción, son las redes sociales. Yo, no sé si me estoy haciendo mayor pero, personalmente, siempre me han gustado más los trabajos hechos en papel por su calidez, textura y olor.
¿Es necesario ser un cinéfilo? ¿Cuántas pelis has visto? No creo que sea necesario ser un cinéfilo empedernido para trabajar en este sector. Sí que te guste el cine y que conozcas lo que hace la competencia, aunque a veces dudo si realmente es mejor no estar excesivamente documentado para evitar influencias y así sacar ideas más frescas. ¿Cuántas pelis he visto? Uf, muchas, muchísimas. Es un lujo poder trabajar para el cine, ese mundo alucinante que te hace viajar, entender, pensar, en definitiva es un buen psicólogo. Para finalizar, aprovecho y mando un mensaje al aire: no estaría de más que hubiera un premio Goya a los diseñadores, ¡trabajamos igual o más que cualquiera del equipo!